La importancia del cuidado de las PICC

Un elevado porcentaje de pacientes hospitalizados requieren el uso de dispositivos de acceso venoso, de gran relevancia clínica en las últimas décadas.

Hoy en día, existen varios tipos de catéteres y su elección depende de factores como los propios del paciente, las propiedades del producto a infundir y la duración del tratamiento.

El catéter PICC supone un avance en la terapia intravenosa de larga duración aumentando su uso actualmente. Es un catéter central de inserción periférica, diferenciándolo así de los demás catéteres centrales.

El uso de PICC, supone una mayor comodidad para el paciente, menor tasa de complicaciones y reducción de costes, pudiendo ser su inserción por enfermeras cualificadas.

Algunos estudios han demostrado numerosos beneficios a través de la práctica clínica con el uso de la PICC. Entre los principales beneficios se encuentran: menor riesgo de infección, conservación de la red venosa, menor inserción traumática, reducción de costos, menor riesgo de complicaciones, administración de soluciones vesicantes / irritantes, como antimicrobianos y fármacos vasoactivos, además de la inserción segura de medicación.

Para obtener mejores resultados, además de los conocimientos científico-técnicos, habilidad y cualificación para la inserción del catéter, la enfermera debe reconocer los potenciales riesgos y complicaciones del uso del dispositivo, promoviendo una atención de calidad y segura al paciente3.

Una vez se haya realizado la inserción, es de real importancia que por parte de enfermería se lleve a cabo el adecuado mantenimiento de esta. Las curas de mantenimiento se realizan cada 7-1O días o bien cuando se encuentre sucio, despegado o haya presencia de sangre. Será una técnica completamente estéril.

  • Limpieza, desinfección del punto de inserción y zona colindante, cambio de apósito y bioconector (si se usa una fijación con anclaje subcutáneo, no hay que cambiarla).
  • Comprobación de posición, reflujo, estado del catéter y punto de inserción.
  • Lavado con 10 ml de suero fisiológico o 20 ml en caso de extracción o perfusión de sangre (técnica push-stop, con presión positiva, muy importante).
  • Sellado con suero fisiológico o citrato según el protocolo del servicio (con la misma técnica que anteriormente).
  • Registro del procedimiento en la historia clínica informatizada.

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